Charlamos con Luis Javier Fernández Frontela, director del Centro Josefino Español. En la entrevista nos detalla algunas particularidad del Centro y sobre todo profundiza en la gran devoción de Santa Teresa a San José.
¿Cómo definirías el centro Josefino?
El Centro Josefino está situado en el convento de San Benito el Real de los Carmelitas Descalzos de Valladolid. Es un centro de estudios y difusión de la figura de San José y todo lo que tiene que ver con él. Se creó por los años cuarenta del siglo XX por el padre José Antonio Carrasco, como parte esencial de la entonces brillante Asociación Josefina. Tiene una parte dedicada a imágenes, grabados, recuerdos, objetos de devoción (como una reliquia del siglo XVII con una de las copias del anillo nupcial que se veneraba y se venera en Perugia)
Lo más valioso y utilizado es su rica biblioteca josefina (por estudios, arte) es su riquísima biblioteca josefina. En ella nos encontramos con desde el primer libro sobre San José que se imprimió casi por los orígenes de la imprenta, hasta el último aparecido. Libros bíblicos, teológicos, tratadistas clásicos, y hasta productos infantiles. Abunda en folletos devocionales de los siglos XVII hasta el XX.
Como está pensada para servir al estudio de san José, en ella hay, además de las revistas josefinas de todo el mundo, colecciones bíblicas, talmudes, misnah, enciclopedias judías, patrologías, biblioteca de autores españoles, colecciones de sermones, arte, literatura, historia, y demás instrumentos para la investigación josefina. Por ello se especializa también en Biblia, en cristología y en mariología.
El Centro Josefino viene publicando desde entonces sus inicios la revista popular El Mensajero de San José, y Estudios Josefinos, una revista de investigación y de alta
divulgación, Estudios Josefinos.
También es de destacar los libros publicados, entre ellos:
San José, su tiempo y su vida
San José, el hombre, el carpintero, el santo.
San José, modelo de espiritualidad cristiana,
Mi Padre Señor San José. Bocadillos para orar.
Custodio del Redentor (número extraordinario de Estudios Josefinos dedicado al comentario de la exhortación apostólica de Juan Pablo II «Redemptoris Custos» )
Matrimonio y paternidad de San José,
Poemas a San José.
Actas de los· Simposios Internacionales sobre San José.
San José en el misterio de Cristo y de la Iglesia,
El Evangelio de San José
Un centro que se cimenta en la gran devoción de Santa Teresa por San José…
San José forma parte del Carisma del Carmelo Descalzo. La devoción a San José es una de las herencias más queridas que hemos recibido de la Santa Madre. Ya a comienzos siglo XVI el P. Gracián afirmaba que “los que profesan esta regla de carmelitas descalzos reconocen por fundador de esta reformación al glorioso San José, con cuya devoción la fundó la Madre Teresa, así como toda la religión del Carmen reconoce por fundadora a la sacratísima Virgen María”. No es de no es de extrañar, y es expresión de hijos queridos, que los carmelitas descalzos hayan querido dedicarse al estudio de San José y a la difusión del Santo entre el pueblo fiel Santa Teresa bebió la devoción a San José en su casa (V 1,1) y especialmente en el convento de la Encarnación. Para las monjas de este monasterio de Avila era patente que Teresa de Ahumada era devotísima de San José y pegaba su devoción. La devoción de Santa Teresa a San José es un dato repetidamente recordado por bastantes testigos en los procesos de su beatificación. La devoción de Santa Teresa a San José es un dato encarecidamente recordado por bastantes testigos en los procesos de su beatificación.
Afirmaba el P. Jerónimo Gracián, en su obra La Josefina que “Entre las almas que he conocido más devotas de San José fue una la Madre Teresa de Jesús, natural de Ávila, de noble linaje, fundadora en la tierra de promisión que es la Iglesia, de monasterios de San José de carmelitas descalzas…y con la devoción de este Santo venció muchas dificultades y ha hecho milagros en vida y en muerte”.
Santa Teresa fue siempre muy devota del Santo. Expresión de esta devoción fue el encomendarse a él en la gravísima enfermedad que la tuvo al borde de la muerte. Y la curación milagrosa de la enfermedad por medio de San José fue un hito en el desarrollo de su devoción josefina que llegó a convertirse en una verdadera experiencia relacional, amical, filial con su Padre y Señor San José. La lista de los santos de su devoción que llevaba en su breviario, está encabezada por “nuestro Padre San José”.
La devoción de la Santa a San José es un compuesto de afecto, entrega, veneración, confianza, amor que le lleva a encomendarse muchas veces a él y vivir con él. Y en esta diaria vivencia josefina, vivida con más intensidad en momentos de dificultad espiritual o corporal, se da cuenta que ha elegido a un santo lleno de bondad y de poder, experimenta que se relaciona con un Padre y Señor. Basta leer el capítulo 6º de su Vida para darse cuenta hasta donde llegaba esta devoción.
La devoción de la Santa por San José alcanza cotas altísimas en la fundación del primer monasterio de San José en Ávila, ella lo relata en el Libro de la Vida, capítulos 32 y 33. Cuando va a fundarlo, se encuentra atada por todas partes, sin dineros ni de dónde los tener ni para el Breve ni para nada. En esta situación sin salida viene en su ayuda el glorioso San José, “a quien se lo había encomendado muy mucho”, “no sabía qué me hacer ni con qué pagar unos oficiales, me apareció San José, mi verdadero Padre y Señor, que dio entender que no me faltarían, que los concertase, y así lo hice sin ninguna blanca, y el Señor, por maneras que se espantaban los que lo oían, me proveyó”.
Para el P. Jerónimo Gracián esta ayuda de San José a la Santa no sólo se materializa en el monasterio de Ávila, sino que se extiende a todas sus otras fundaciones: “de la manera que el glorioso San José hizo milagro en la fábrica de este monasterio (de San José de Ávila), podría contar de otros muchos, así de frailes como de monjas, que parece imposible haberse labrado, si este glorioso Santo no hubiese puesto las manos en estas fábricas”.
Para Santa Teresa el verdadero Fundador, no sólo del primer convento, sino de toda la Reforma es San José, como nos cuenta el P. Gracián: “…y por esta causa, según escribe el doctor Ribera, puso sobre la portería de todos sus monasterios que fundó a nuestra Señora y al glorioso San José; y en todas las fundaciones llevaba consigo una imagen de bulto de este glorioso Santo, que ahora está en Ávila, llamándole fundador de esta Orden”.
¿Diría que Santa Teresa es la mayor defensora de San José?
Un autor francés del siglo XIX Lucot decía que “si Gersón, el gran promotor de la devoción a San José a finales de la Edad Media, había hecho mucho por San José, Teresa hizo mil veces más por sí misma, por los religiosos de su Reforma y por las religiosas de su Carmelo. San José le es deudor, sobre todo, de su gloria sobre la tierra”.
La titulación de sus monasterios con el título de San José. Para Santa Teresa todos los conventos que va fundando, como el primero de Ávila, son la casa de San José. La imagen de San José en sus fundaciones. Si no todas las fundaciones de San José llevan el título de San José, no hay ninguna donde no esté presidiendo y amparando la imagen del Santo. La celebración de las fiestas de San José que procuraba hacer con toda la solemnidad que podía. En sus Constituciones dejó prescrito: “Los domingos y días de fiesta se cante Misa, Vísperas y Maitines. Los días primeros de Pascua y otros días de solemnidad podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso San José”
¿Cómo se nota la impronta josefina en los inicios del Carmelo Descalzo?
Expresión tan entrañable para Santa Teresa como “mi padre y Señor San José”, hasta diez veces lo nombra así en sus escritos,, lo será también para las primeras generaciones de carmelitas descalzos que se dirigen al Santo como “mi verdadero padre y señor”, “el gloriosísimo padre nuestro San Joseph”, “mi padre glorioso San Joseph”. Aquellos carmelitas estaban convencidos que “no sólo le merecemos por Protector, sino como cariñoso Padre”. No veía bien dirigirse a él como San José a secas, expresión que consideraban demasiado fría, de ahí que antepusiesen siempre el apelativo familiar de “Nuestro Padre”. La fórmula padre y señor, atribuida a San José por Santa Teresa se hizo uso común entre las primeras generaciones de carmelitas descalzos.
Entre las muchas maneras de demostrar y vivir el carisma josefino que ha tenido el Carmen Descalzo está el hecho de proclamar a San José Patrono de la Provincia en el primer capítulo que los Descalzos celebraron en Alcalá en 1581: “A la gloriosísima Virgen y su bendito Esposo el santo Josehp, a quienes nuestra santa Religión tiene por particulares patronos y abogados”. Proclamación que irá repitiendo en Capítulos posteriores, de 1583, 1585, 1587.
Cuando en capítulo de 1588, celebrado en Madrid, Descalcez se dividió en cinco provincias y se da el título de San José a la de la Corona de Aragón. En la Instrucción de novicios de 1591 se recomienda al maestro de novios que pida, “por intercesión de la gloriosísima Virgen y su bendito Esposo San José, a quien nuestra religión tiene por particulares patronos y abogados» la gracia de «criar» novicios”. Y se presenta a San José como modelo de vida para el carmelita, especialmente por lo que se refiere a intimidad divina del trato con Dios, con Jesús. En el noviciado de Pastrana estaba establecida la práctica de la Esclavitud josefina.
Los Descalzos trabajaron para que se le concediese la fiesta del patrocinio, la cual será concedida por Inocencio XI en 1681. Argumentaron para defender el patrocinio del Santo que a San José, “poderoso en todo”, se debe “la estabilidad y la rectitud de las leyes, la sucesión de la religión profética, la renovación del templo de la religión, el acierto de las elecciones, el lucimiento de esta celebridad, la suprema cabeza que gozamos por corona mejor de la religión, la dicha de tu protección y, lo que sobre todo y más te agrademos, el habernos dado a Cristo Señor Nuestro”.
¿Y en la actualidad?
Es cierto que se han perdido muchas expresiones externas de la devoción a San José. Me supongo que todo Carmelita, aunque sólo sea por fidelidad a los deseos de la Santa Madre, es devoto de San José. Pero no es menos cierto que ya no se celebra la fiesta del Patrocinio, ni la de los Desposorios tan propias del Carmelo Descalzo, No sería mucho pedir, aunque se quede en un deseo, que nuestros superiores trabajasen por restaurar la fiesta del Patrocinio de San José sobre la Orden del Carmen. Aunque seguimos rezando diariamente la oración a San José entre las oraciones propias de la Orden.
Todo este rico patrimonio josefino ha quedado reducido a un leve enunciado al analizar el papel de la Virgen María en nuestra vida, que hace una referencia a San José, al que presenta como: Inseparable de María. Venerado como humilde servidor de Cristo y de su Madre,. Ejemplo vivo de comunión orante con Jesús. Providencial protector de la Orden: “Nuestra familia profesa un mismo afecto teologal a los que Dios, en idéntico designio de amor, quiso asociar privilegiadamente al misterio de la Encarnación de su Hijo. En efecto, alimentados con el espíritu de santa Teresa, amamos inseparablemente a la Virgen María y a su esposo san José y lo veneramos como humilde servidor de Cristo y de su Madre, ejemplo vivo de comunión orante con Jesús y providencial protector de nuestra Orden” (Constituciones 3, 52).
¿Qué cita teresiana nos recomiendas para entender esta relación?
Decía el P. Román Llamas, que en esto de San José lo sabía todo, que Santa Teresa no habla explícitamente de las virtudes de San José ni las propone como modelo de imitación, como hace con las de la Virgen María. A la única a que se refiere y la propone como modelo es su oración. San José es maestro de oración, es decir, de trato íntimo y amoroso con Dios Padre, con Jesús. Y la oración es el elemento esencial de su carisma”.
Más que una frase, un texto, el capítulo 6 del Libro de la Vida, al que podemos llamar panegírico Josefino, pocos textos como este texto teresiano han influido tanto en la extensión de la devoción a San José. En él la Santa, desde la experiencia, nos habla de la grandeza, el poder y bondad de San José: “Tomé por bogado y señor al glorioso San José, y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de eta necesidad, como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo; de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso Santo tengo por experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre -siendo ayo- le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide” (V 6, 6). “Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios” (V 6,7). “En fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere; y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas” (v 6, 8).
De la lectura del capítulo sexto del Libro de la Vida de Santa Teresa, verdadero panegírico sobre San José, sacamos cuatro conclusiones que revele el entusiasmo de Teresa por el Santo- 1ª. Que le tomó por especial abogado y protector y siempre experimentó su patrocinio corporal y espiritualmente. 2ª. Que su poder de intercesión, muchas veces confirmado, está por encima de todos los demás Santos. 3ª. Que San José nunca desoye a los que le son devotos y hacen particulares servicios. 4ª. Que ejerce un Patrocino singular sobre “personas de oración”.