Valladolid ha rendido este domingo, 20 de julio, un merecido homenaje a una de las figuras intelectuales, espirituales y humanas más queridas de la ciudad: el P. Teófanes Egido, carmelita descalzo, historiador y cronista oficial de la ciudad. El acto de inauguración de la nueva plaza que lleva su nombre ha contado con la presencia del alcalde de Valladolid y presidente de la red de ciudades teresianas, Jesús Julio Carnero, así como del Superior Provincial de los Carmelitas Descalzos de la Provincia Ibérica, P. Francisco Sánchez Oreja, quien pronunció unas palabras de gratitud en nombre de la Orden.
La nueva Plaza Teófanes Egido se sitúa en el espacio peatonal comprendido entre la Iglesia de San Benito, el Archivo Municipal y el Monasterio de Santa Isabel, quedando delimitada por las calles Santo Domingo de Guzmán y Encarnación, en el corazón histórico de la ciudad. La reconfiguración de la calle Santo Domingo de Guzmán subraya el simbolismo del lugar, próximo al templo donde el P. Teófanes celebró la Eucaristía durante décadas y ejerció incansablemente su ministerio pastoral.
El alcalde de la ciudad ha destacado que “con este gesto, Valladolid honra no sólo al intelectual brillante y al fraile ejemplar, sino al ciudadano comprometido, profundamente enraizado en nuestra historia y vocación espiritual”. La iniciativa se enmarca dentro del proyecto «Huellas de Teresa», que promueve el legado cultural y espiritual de Santa Teresa de Jesús en sus fundaciones.
Durante el acto, el P. Francisco Sánchez Oreja recordó con emoción que “Teófanes fue ante todo un fraile”. Un fraile “de los que hubiera gustado a Santa Teresa: culto, fraterno y dedicado al ministerio sacerdotal”, que dejó huella como animador de novenas, predicador cercano y formador de discípulos. Su magisterio en la Universidad de Valladolid, su compromiso con la verdad histórica y su profunda humanidad lo convirtieron en un referente querido por todos.
Teófanes Egido (1936-2022), natural de Gajates (Salamanca), fue catedrático de Historia Moderna, experto en espiritualidad carmelitana, director del Centro de Estudios Josefinos y prolífico autor. Pero sobre todo fue un hombre humilde, un carmelita de oración y entrega, que supo unir sabiduría y servicio.
La ciudad que fue su hogar durante más de sesenta años guarda ahora su nombre en un lugar de memoria y recogimiento, como expresión viva del reconocimiento de un pueblo a uno de sus mejores hijos. La Plaza Teófanes Egido queda así como testimonio permanente de una vida sencilla, sabia y profundamente evangélica.


