El Hno. Inmaculado José de Jesús, de nombre secular Aldo Brienza, tenía sólo 16 años cuando se le diagnosticó una osteomielitis deformante de las extremidades, que le obligó a permanecer en cama hasta su muerte.
Nacido el 15 de agosto de 1923 en Campobasso (Italia), ingresó en la Orden Seglar del Carmelo cuando ya estaba enfermo, ofreciéndose como víctima para la santificación de los sacerdotes. Sintiendo fuertemente la vocación carmelita, con un privilegio especial, la Santa Sede le concedió entonces hacer la profesión solemne de los votos religiosos en la Orden de los Carmelitas Descalzos.
Aunque vivía con su familia, recibía constantemente visitas de sus hermanos y de los fieles, muchos de los cuales le pedían consejo espiritual. El suyo fue un apostolado extraordinario, realizado totalmente desde su cama, en la oración y en el ofrecimiento constante de sus sufrimientos a Dios. Su lema espiritual era: "Trabajar es bueno, rezar aún mejor, pero sufrir en unión con Jesús lo es todo". Murió el 13 de abril de 1989, a la edad de 66 años. La oración era su fuerza.
Vivió una espiritualidad eucarística y mariana, apoyada en la experiencia de los santos, especialmente de los carmelitas. También experimentó fases de aridez, pero siempre mantuvo su abandono en Dios, a quien se encomendó en todas las circunstancias, especialmente en las pruebas más difíciles, y apoyó las misiones de la Iglesia y del Carmelo con el dinero que recibía de su familia.
También se han reconocido las virtudes heroicas de la española Juana Méndez Romero (1937-1990), "Juanita", así como del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio (1920-1998). El milagro que servirá para beratificar a la capuchina italiana María Constanza Panas (1896-1963), y la religiosa brasileña Benigna Víctima de Jesús (en el siglo, Maria Concetta Santos), de la Congregación de Hermanas Auxiliadoras de Nuestra Señora de la Piedad (1907-1981).