Encuentro con

12 Sep 2021 | Actualidad

El Papa Francisco en su alocución a los Carmelitas Descalzos participantes en el Capítulo General afirmó: “Ha comenzado el capítulo guiándose por tres textos bíblicos muy significativos. Primero: escuchar lo que dice el Espíritu (cf. Ap 2,7); segundo: discernir los signos de los tiempos (cf. Mt 16,3); tercero: ser testigos hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8)”.

Escucha, actitud fundamental del discípulo

“La escucha es la actitud fundamental del discípulo, de quien se pone en la escuela de Jesús y quiere responder a lo que Él nos pide en este tiempo difícil pero siempre hermoso, porque es el tiempo de Dios, dijo Francisco. Esta escucha es la que acompaña el discernimiento sobre “lo que viene del Señor y lo que es contrario a él y, de este modo, responder, a partir del Evangelio, a los signos de los tiempos a través de los cuales el Señor de la historia nos habla y se revela”.

El Papa insistió en que la escucha, el discernimiento y el anuncio del Evangelio se realiza “tanto con las palabras como, sobre todo, con la vida”.

La pandemia, una oportunidad para volver a lo esencial

“Esta crisis, si tiene algo de bueno -y ciertamente lo tiene- es precisamente para devolvernos a lo esencial, para no vivir distraídos con falsas certezas. Este contexto también es favorable para que examine el estado de salud de su Orden y alimente el fuego de sus orígenes”, afirmó Francisco.

Ante los comentarios que anuncian el fin de la vida consagrada, el Papa puntualizó: La vida consagrada forma parte de la Iglesia tal como la quiso Jesús y como el Espíritu la genera continuamente. Por ello, debemos evitar la tentación de preocuparnos por la supervivencia, en lugar de vivir plenamente acogiendo la gracia del presente, incluso con los riesgos que ello conlleva”.

En Cristo, fieles al presente y libres y abiertos al futuro

“La vida carmelita es una respuesta a la sed del hombre contemporáneo, que en el fondo es una sed de Dios, una sed de lo eterno. Y está al abrigo de psicologismos, espiritualismos o falsas actualizaciones que esconden un espíritu de mundanidad. Sobre esto último, el Papa insistió: “por favor: cuidado con la mundanidad espiritual, que es el peor mal que le puede pasar a la Iglesia”, que es muy sutil, se mete en nuestras vidas sin darnos cuenta.

La fidelidad evangélica

Refiriéndose a la fidelidad evangélica, el Papa afirmó: “Recordemos que la fidelidad evangélica no es estabilidad de lugar, sino estabilidad de corazón; que no consiste en rechazar el cambio, sino en hacer los cambios necesarios para cumplir lo que el Señor nos pide, aquí y ahora. Por eso, la fidelidad exige un compromiso firme con los valores del Evangelio y del propio carisma, y la renuncia a lo que impide dar lo mejor de uno mismo al Señor y a los demás”.

Amistad con Dios, vida fraterna y misión

El Papa Francisco dijo a los participantes en el encuentro: “os animo a mantener unidas la amistad con Dios, la vida fraterna en comunidad y la misión, como leemos en los documentos preparatorios de vuestro Capítulo”.

Francisco recordó a Santa Teresa para quien la amistad con el Señor es hacer de la vida una oración y esto ayuda a “practicar la vida fraterna en comunidad. Esto no es un accesorio, sino un elemento sustancial”.

Finalmente, el Papa les dijo: “Partiendo de la amistad con Dios y del estilo de la fraternidad, también estáis llamados a repensar vuestra misión, con creatividad y un decidido impulso apostólico, prestando mucha atención al mundo de hoy”, sin perder de vista la fidelidad a su vocación contemplativa.

 

PALABRAS DE SALUDO DEL PADRE MIGUEL

Querido Santo Padre Francisco:

Es para nosotros una gran alegría poder saludarle en esta mañana de sábado. Aquí nos tiene a todo el Capítulo General de los Carmelitas descalzos, hijos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, y de tantos santos carmelitas, hijos fieles de la Iglesia, como nosotros también queremos serlo decididamente. Representamos a unos 4.000 hermanos nuestros de todo el mundo, y traemos también aquí a nuestras hermanas las carmelitas descalzas, a los carmelitas seglares, a toda la gran familia del Carmelo  Teresiano. Venimos a pedir una bendición y una confirmación de nuestro camino, para avivar nuestra entrega, y ser Carmelo en salida. Quisiéramos ser los carmelitas que nos pide la Iglesia y el mundo.

Los Santos del Carmelo supieron vivir intensamente el momento presente. Se enamoraron de Dios y le dejaron ser el protagonista de sus vidas: con fe intrépida, humildad valiente, alegría fraterna, confianza audaz. Teresa dijo: “estáse ardiendo el mundo” (C 1, 5), y quiso poner en juego eso poco que ella podía: “eso poquito que era en mí” (ib.) La esencia del Carmelo es el “callado amor” (Juan de la Cruz, Dichos de Luz y Amor 131), la entrega desinteresada y la confianza creativa. Lo dijo usted, Santo Padre, citando a Edith Stein: “En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y santos…”. (Gaudete et Exhultate 8). Las personas decisivas de la historia no aparecen en los libros de historia, o en los periódicos. Por eso queremos cultivar una contemplación que no nos aleje de la vida real, sino que nos sumerja más en ella y nos haga más cercanos a las heridas del hombre de hoy, para sanarlas con la ternura aprendida en la amistad con Jesús, que es la oración. Las mejores páginas del Carmelo se han escrito en los momentos más difíciles: Las Moradas de Santa Teresa; el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz en la cárcel de Toledo, la ofrenda al amor misericordioso de Santa Teresita (de la que sabemos que es tan devoto), la entrega de Edith Stein en el campo de concentración, el amor apasionado de Teresa de los Andes y María Felicia del Santísimo Sacramento, Chiquitunga…

Santo Padre, quiero con mis hermanos y hermanas arriesgar la vida, no esperar a mañana, sin miedo a ser heridos, como caballeros sin sueldo, decía Teresa, (Vida 15, 11), ayudando a Jesús a llevar la cruz, ayudando al Papa a llevar la cruz, desde nuestra obediencia y servicio, sin echarnos atrás, deseosos de conocer y amar cada vez más a Jesús para hacerlo conocer y amar, con palabras de Teresa de Lisieux.

María está en el corazón de la vida de un carmelita. El escapulario es presencia de María. Queremos vivir desarmados de nosotros mismos y vestidos de María. Bajo su capa blanca ponemos la vida del Papa, querido Santo Padre. Junto a ella, José, tan querido también para nosotros los carmelitas. Aprovecho la ocasión para agradecerle vivamente, en nombre de mis hermanas y hermanos, la carta escrita sobre San José, ‘Patris Corde’. En la escuela de Teresa, le pedimos que nos enseñe a ser padres, para saber ser hijos y hermanos. Nos sentimos protegidos por María y José, y esa es nuestra confianza.

Y ahora, Santo Padre, me permito, con audacia teresiana, hacerle una pregunta importante: ¿Qué espera de nosotros? ¿Qué desea de los carmelitas descalzos hoy nuestro querido Papa Francisco? De parte de todos mis hermanos, muchas gracias, de corazón. Santo Padre, no le faltará en todo momento nuestra oración y cariño. Gracias por recibirnos.

Fray Miguel Márquez de María