El “Día de la Reforma” en el tiempo

24 Ago 2024 | Actualidad

Aún recuerdo a mis 11 y 12 años, la imagen que aparecía de santa Teresa en la Enciclopedia Álvarez, de 2º grado, en blanco y negro, dibujo como a plumilla. Se leía a la santa como la Reformadora del Carmelo. Pocos meses, después, a mis trece años, recién cumplidos, ya me encontraba en el Seminario Carmelitano Teresiano (octubre, 1964) que los PP. Carmelitas Descalzos tenían en Córdoba. Entonces, comenzaron a resonar, de nuevo, esos vocablos de santa Teresa, san Juan de la Cruz, reforma, carmelitas, descalzos…que antes eran conceptos medio vacíos. Se iban construyendo en un niño que al año siguiente ya celebró en el cortijo de Piquín, en la Sierra de Córdoba, ¡El Día de la Reforma!

¡Ah!, Piquín. Piquín era una finca que los padres carmelitas poseían en la cercana sierra cordobesa, a poca distancia de Las Ermitas. Aquí, los niños “teresianos”, pasaban lo más duro del verano, para sobrellevar el calor, “que este sol no es como el de Castilla”; así, los meses de julio y agosto, y parte de septiembre, salvando, claro está, la novena de Nuestra Señora del Carmen, se vivían entre lecturas, tertulias, paseos, rosarios y misas y los baños en Peñamelaria y el río Guadiato, Todo se hacía en el verano más alegre y llevadero. Más tarde, lo conmemoraba con la lectura de los capítulos 32 y siguientes, del Libro de la Vida. Y así sigue evocando la historia de aquel magnífico día, a la vez, que homenajea a la santa madre entre los hermanos con misa y mesa.

Entre tanto, las felicitaciones, más a monjas que a frailes, se sucedían. Ahora, además, se incrementa la oración y la acción de gracias al contemplar la gesta de la santa madre Teresa de Jesús y cada una de las piedras (hijos e hijas, incluidos los OCDS) que se van colocando en el camino para que el Señor transite.

En la zona del Sur, sobre todo en Andalucía, seguimos con los caminos teresianos, sanjuanistas y las fundaciones de ambos gigantes del Carmelo como de sus primeros hijos, para seguir festejando, además, el 24 de agosto, día de san Bartolomé. Mas, aunque nada de esto existiera, no creo que se pasase por alto las efemérides, siendo una obra de Iglesia y para la Iglesia en la que se siente uno implicado y artífice de la misma.

Tengo la sensación que a pesar de los años y la mengua de presencias de la Orden en la zona del Sur, peninsular, nunca ha sido la Orden tan grande ni tan extensa en presencias y número de religiosos, religiosas y carmelitas seglares. Esto me llena de alegría y me impulsa para seguir remando con fuerza y en la misma dirección con nuestro padre General.

Si recapacito en los campos de misiones encomendados por la Iglesia a la Orden, los centros formativos, institutos superiores, centros de enseñanza, colegios y escuelas parroquiales o casas de espiritualidad, de oración, de ejercicios, parroquias o museos como medios o instrumento de transmisión del  carisma que tienen su cimiento en el Día de la Reforma; como nuestras misiones pastorales desde cada una de nuestras residencias, se cae en la cuenta que hoy es más celebrativo que ayer aquel día de la Reforma. Quizás el incienso y el encaje en las celebraciones sea más pobre. Pero, no podemos bajar los brazos por ello; es preciso seguir dando gracias a Dios por esta viña del Carmelo de Teresa que fue plantada en 1562, hace ya 462 años, y sigue extendiendo sus ramas y dando grutos.

Y seguiremos rezando, cantando, festejando, narrando las maravillas del Señor con la madre Teresa y los santos del carmelo. Ellos desde el cielo y yo/nosotros desde esta ladera particular, como miembros de la Orden e hijos de tal madre, donde san Juan de la Cruz se lleva la palma; y todos cantaremos de corazón: “Gloria a ti serafín del Carmelo”.

Francisco V. López Fernández, OCD, en Córdoba