Dos palabras sugestivas, “adviento” y “camino”, la primera nos suscita sueños, la segunda nos invita a hacer realidades los sueños, pero son sueños y realidades que tienen algo mágico, un gran misterio, un Dios que se hace uno con nosotros, un niño que nace en un portal, entre pajas y animales, un Dios que nos desconcierta.
Todo ello lo vivimos en un contexto cargado de luces y sombras. Todavía no nos hemos repuesto de los efectos de la DANA que ha sacudido una parte de nuestro país, en el levante, en la región de Valencia. Si, hemos experimentado el dolor y la muerte. Pero también la pregunta; ¿Dónde está Dios en todo esto?
Dos pensamientos que resuenan en este tiempo:
– “cuando vean suceder todo esto levanten la cabeza que se acerca vuestra liberación”. (Lc 21,28)
– “María conservaba todas estas cosas y las guardaba en su corazón”. (Lc 2,51)
De qué “sucesos” y de qué “cosas” nos habla Lucas: sucesos y cosas de ayer y de hoy. Se acerca vuestra liberación, uno de los deseos más anhelados del ser humano. Tanta ilusión y tanta sangre vertida por conquistar la libertad. María nos invita a mirar la vida con mirada de fe contemplativa.
ADVIENTO
Viene del latín “adventus” que significa llegada, un tiempo litúrgico que la Iglesia le da una doble finalidad:
– Preparación para la segunda venida del Señor, la que tendrá lugar al final de los tiempos como Señor de la historia, revelando su verdadera identidad: Hijo de Dios
– Una mirada al pasado que nos lleva a la navidad, como celebración de la manifestación de Dios en la historia humana.
Actitudes que debemos tener
– Mirar con asombro el actuar de Dios en la historia, tener los ojos bien abiertos. Dejarnos sorprender, no estar inmunizados, actitud de niño, tener alma de niño al igual que Teresa del Niño Jesús.
– Meditar y profundizar, para que este año no pase desapercibido como tantas otras experiencia, advientos o tiempos fuertes, o peor aún, que lo vivamos metidos en la sociedad de consumo, arrollados por el consumismo o la evasión.
– Hacerlo mío, que Dios se encarne hoy en mi vida, para poder degustar a Dios.
Tiempo salvífico de gracia, regalo, que constituye una formación permanente y una profundización de la vida cristiana en sus actitudes fundamentales de fe y de esperanza: El inmenso amor que Dios tiene a los hombres y me tiene a mí.
Y la otra actitud es: hacer nuestros los sentimientos de la Iglesia. En este tiempo se nos marca un camino de tomar conciencia de los grandes problemas que vive nuestro mundo:
Adviento, es tiempo de liberación, para llegar hasta Belén, misterio de pobreza y desprendimiento pues Dios se hace pobre, hay que ir por el camino de la austeridad y de la renuncia.
Adviento, es un camino hacia el último lugar, eso es Belén donde Dios nace, para desde ahí servir más y mejor a los hermanos con quienes se identifica.
Adviento, escuela donde se aprende el verdadero amor, necesario siempre para descubrir el amor que Dios nos tiene, un amor capaz de dar la vida.
Adviento, tiempo de sensibilizar el corazón para escuchar con claridad la Palabra que Dios quiere decirnos en Belén.
Los profetas y los poetas son quienes mejor intuyen las búsquedas de los seres humanos, por eso quiero compartirles unos versos que son como el resumen de nuestras esperanzas:
Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habite
en todo cuanto toco y cuanto veo.
(Rosalía de Castro)
“Esperanza de cielo, tanto alcanza cuanto espero”
(San Juan de la Cruz)
“El Señor Jesús no vendrá pronto más que si nosotros lo esperamos mucho. Es una acumulación de deseo lo que tiene que hacer irrumpir la Parusía. Nosotros los cristianos…. ¿Qué hemos hecho de la espera?” (Teilhard de Chardin)
Que nuestro Adviento sea un tiempo de gracia para el encuentro con Jeús.
+ Braulio Sáez García ocd.
Obispo Aux. Emérito en Bolivia