La localidad de Alba de Tormes ha acogido hoy una emotiva jornada de veneración pública a Santa Teresa de Jesús, organizada por la Orden de los Carmelitas Descalzos. Este año, el acto ha estado dedicado de forma especial a la familia carmelitana, con la presencia de numerosas carmelitas descalzas de diferentes monasterios de España y frailes de distintas comunidades.
Presidió la celebración el P. Francisco Sánchez Oreja, superior de la Primera Provincia Ibérica del Carmelo Descalzo. Estuvieron también presentes el P. Jon Korta, Provincial de San Joaquín de Navarra, y el P. João Costa, en representación del Provincial de Portugal. Su presencia reforzó el carácter fraterno e internacional de la jornada, vivida con intensidad espiritual y comunión.
Durante su homilía, el P. Francisco destacó que «estar ante las reliquias de la Santa no es un acto del pasado, sino un encuentro vivo con la fe que ella encarnó». Recordó que Teresa fue una mujer profundamente humana, que “en lo cotidiano, hasta en los pucheros, supo encontrar a Dios”, y que su vida —“una noche en una mala posada”— culminó en la entrada definitiva a la Vida de Dios.
“Alba de Tormes es un lugar santo —afirmó— no sólo porque aquí reposa su cuerpo, sino porque aquí resuena su doctrina, su testimonio, su sonrisa conquistada por Dios. Estamos llamados a heredar esa mirada y esa pasión por el Evangelio que ella vivió con radicalidad”.
Entre los pasajes más destacados, el provincial recordó que “las reliquias no deben distraernos, sino acercarnos a Jesucristo, del cual estaban repletas”, y añadió que “Dios se manifiesta en la historia, en los santos, y para nosotros de modo especial en nuestra Santa Madre, amiga fuerte y testigo del Dios vivo”.
También hizo una llamada a los carmelitas a vivir con autenticidad el carisma teresiano: “Teresa no nos dejó una herencia para conservarla intacta, sino para interrogarnos sobre cómo seguir siendo consagrados hoy inspirándonos en ella. Su espiritualidad no es nostalgia del pasado, sino semilla fecunda para el presente”.
La jornada culminó con momentos de oración ante las reliquias de la Santa y con una sentida acción de gracias por el testimonio de Santa Teresa como madre espiritual de una familia que sigue viva en la Iglesia y en el mundo.
Fotos: Gonzalo González de Vega











