Este miércoles 17 de septiembre de 2025, en un clima de oración y fraternidad, la comunidad del Desierto de las Palmas ha celebrado con alegría las Bodas de Oro de profesión religiosa de tres hermanos de la Provincia Ibérica de los Carmelitas Descalzos: el P. Sergio Marqueta, el P. Carmelo Hernández y el P. Juli González.
La Eucaristía de acción de gracias tuvo lugar a las 12:00 del mediodía, presidida por el P. Francisco Sánchez Oreja, Superior Provincial, quien en su homilía destacó la fidelidad de Dios a lo largo de estos cincuenta años y el testimonio de perseverancia de estos hermanos que comenzaron su camino en el Carmelo en el noviciado de Reinosa (Cantabria).
Durante la celebración, y también en los momentos posteriores de convivencia, los tres religiosos pudieron compartir su experiencia de vida en el Carmelo, recordando los inicios de su vocación, las personas que marcaron su camino y los diversos destinos y servicios que han desempeñado en estas cinco décadas de consagración.
En varios momentos se tuvo un sentido recuerdo para el que fue su maestro de novicios, el P. Alfonso Ruiz, a quien los tres religiosos recordaron con profundo agradecimiento por su acompañamiento, su ejemplo y su huella espiritual en los años de formación.
Sus palabras, llenas de sencillez, profundidad y gratitud, fueron testimonio vivo de una vocación que se mantiene firme en el tiempo gracias a la gracia de Dios y a una respuesta renovada cada día.
Celebrar unas bodas de oro de profesión religiosa es mucho más que mirar atrás con agradecimiento: es reafirmar la belleza y la fuerza de la vocación a la vida consagrada, una vocación que sigue siendo hoy un signo profético en medio de un mundo marcado por la prisa, lo inmediato y lo provisional. La fidelidad de estos hermanos es un anuncio esperanzador de que es posible vivir para Dios y para los demás, desde la oración, la pobreza evangélica, la fraternidad y el servicio.
La vida religiosa no es solo un estilo de vida, sino una llamada del Amor que transforma y envía, que modela el corazón a imagen de Cristo y lo convierte en signo de Reino. Como recordó el P. Francisco en su homilía: “Vuestros cincuenta años no son un punto final, sino una invitación a seguir caminando. La fidelidad no es estática: es dinamismo que renueva cada mañana el ‘todo para Ti’”.
La jornada continuó con una comida fraterna, en la que participaron hermanos de distintas comunidades. Fue un día de celebración, memoria y comunión, que pone en valor la vocación vivida con fidelidad a lo largo del tiempo.


